viernes, 26 de noviembre de 2010

trece

Empezó a sonar Joga, de Björk

Me llevé poco equipaje, el remordimiento y la culpa pesaban demasiado como para llevar más maletas encima. No sabía dónde ir. Si me iba con Julia seguramente empezaría con los teloadvertí, miraquetelodije... y en momentos así lo que menos necesitaba eran más sermones, que de poco iban a servir. 

Dejé las maletas en el coche. No sé cuántas horas pasaron. Recorrí la ciudad de arriba a abajo varias veces y me dio tiempo a memorizar todas las esquinas. De repente, todo era mucho más ruidoso que de costumbre. Era como si lo animado y lo inanimado se hubieran puesto de acuerdo para perturbar mis pensamientos e interrumpirme cada vez que empezaba a tener algo un poco claro. Los maullidos de los gatos eran atronadores, las hojas volando por el viento parecían que romperían los cristales a su paso. Todo se había salido de tiesto. Cuando ya no quedó ni un centímetro de asfalto que mis pies no hubieran pisado, me fui a casa de Julia. 

Tenía que enfrentarme también a ella. Y a su mirada... sobre todo a su mirada. Llegué a su piso cuando ya era de noche. Tardó pocos segundos en abrirme la puerta, sin preguntar siquiera quién era (parecía como si me estuviera esperando). Pese al frío que empezaba a hacer (otra vez...), llevaba unos pantalones cortos y una camiseta muy grande. Posiblemente 2 o 3 tallas más grandes que la suya. Tenía el pelo suelto. Me miró (primer asalto). La miré.

- Me niego a despedirme. - Se limitó a decir.
- No vengo a eso. Yo tampoco quiero despedirme. Aunque tampoco tengo claro lo que quiero.
- Pasa, nos tomamos un café, y me cuentas todo lo que ha pasado.

Y así fue. Estuve casi una hora contándole lo ocurrido, alternando las palabras con las lágrimas. Y ella mostrándose fría como el mármol. Cuando terminé me quedé en silencio. Ella se levantó de su silla y vino hacia mí, acortando la distancia a escasos centímetros. Me besó como nunca antes me habían besado. Ni siquiera ella me había besado de esa manera antes de esa noche. Decía que no, pero ahora sé que en aquellos fluidos había notas de despedida.

- Hoy no vamos a pensar más. Hoy colgamos el cartel de "Cerrado...". Y ya, si eso, mañana colgamos el "...por derribo". Hoy la despedida no tiene cabida entre estas cuatro paredes.

Empezó a sonar desde el ordenador la canción "Joga", de Björk. Y al ritmo de la canción (lento... muy lento) empezó a lamerme todo mi cuerpo milímetro a milímetro, limpiando con su saliva toda la capa de tristeza y culpa que tenía encima. Aquello era el sexo más duro que había practicado en mi vida. La penetré empujándola con fuerza contra la pared. Quería meterme dentro de ella costase lo que costase. Me clavaba las uñas en la espalda... ella también que me quedase dentro de ella.

Cuando el terremoto que provocamos paró, nos tumbamos en la cama. Empezó a tocarme la cara. ¿Se puede susurrar con los dedos? Ella lo hacía. Estaba memorizándome. Y fue la primera vez que la vi llorar.

viernes, 13 de agosto de 2010

doce

¿Era sólo sexo, Roberto?

- ¿Qué ha pasado, Roberto? Estábamos bien. Teníamos calma, tranquilidad. Ya habíamos pasado todos esos momentos críticos. Joder, estábamos bien... ¿Quién es ella? ¿Dónde la conociste? Quiero saberlo todo...
- Eso sólo te hará más daño, Susana...
- ¿De verdad crees eso? ¿De verdad crees que puedo sufrir aún más? Yo no lo creo... Repito: ¿quién es? ¿Dónde la conociste? ¿Cómo se llama? ¿Habéis follado en mi cama?
- Se llama Julia. La conocí a través de sus fotos. Un día me la encontré por la calle y desde ese día la espié durante varias semanas. Hasta que fui capaz de decirle algo. 
- ¿Habéis follado en mi cama?
- Sí...
- ¿A qué se dedica? ¿Cómo es? ¿Qué clase de magia tiene para haber conseguido que hagas lo que has hecho?
- Susana...
- Responde de una puta vez, joder. Sé valiente al menos ahora.
- Es estudiante de publicidad.
- ¿Cómo...? ¿Estudiante? ¿Pero cuántos años tiene?
- Sí, estudiante. Tiene 22.
- Me cago en la puta Roberto... ¡que le sacas 20 años!
- Lo sé. 

Se coló un silencio incómodo entre nosotros.

- Susana... di algo.
- ¿Que diga algo? Qué querrás que diga... Esto que has hecho ha sido una falta de respeto absoluta hacia mí. Has conseguido que la confianza en la que hemos estado trabajando quince años haya desaparecido en... ¿cuánto tiempo llevas viéndola?
- Un año. Bueno, casi un año.
- ¡Jajajajajaajajaja! ¿En serio me estás diciendo que llevas poniéndome los cuernos un año? Esto es muy grave Roberto... no ha sido un polvo sin más, una cana al aire. Ha sido algo continuado... ¿Sientes algo por ella? ¿Sólo es sexo?
- No sé qué decirte...
- Mierda... no es sólo sexo. Necesito pensar Roberto... Y ahora mismo, necesito que te vayas. Contigo aquí siento que me ahogo. Vete, por favor...

Y sin más, me fui, sin saber qué camino escoger.

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