viernes, 11 de junio de 2010

cinco

De cómo empecé en la fotografía



Quise sorprenderla. Así que me compré una cámara de fotos.

- Cielo, ¿a qué viene esa cámara? ¿De repente te interesa la fotografía? - me preguntó Susana, mi mujer.
- Más o menos. Me voy a convertir en coleccionista de momentos.

Julia y yo sólo hablábamos por mail. No nos habíamos dado los números de teléfono porque, según ella, la regla principal de los amantes es no tener el teléfono del otro. Por si las moscas. Aquella semana quedé en recogerle directamente en la universidad.

- Hola pequeña.
- Hola caballero.

Le di un beso en el lunar de su hombro izquierdo y empecé a conducir.

- Me he comprado una cosa. Pero tendrás que ayudarme con ella.
- ¿Qué te has comprado?
- Míralo tú misma. Está ahí detrás.

Cogió la bolsa y la abrió. Cuando vio la cámara me sonrió de esa forma que ella sola sabía.

- Tendrás que enseñarme cosas de fotografía.
- Me encantará enseñarte cómo veo el mundo a través del objetivo.
- Genial.
- A mí no me engañas, tú eres mágico.

Fuimos hacia un lugar lleno de dunas y molinos de viento. Un paisaje espectacular para cualquier amante de la fotografía. Pero yo realmente era amante de ella y no podía quitar la mirada de sus caderas contoneándose. Se giró y me vio comiéndole con la mirada. Volvió a sonreírme.

- No me sonrías así.
- ¿Así cómo?
- Exactamente así, de esa forma que sólo tú sabes. Me vas a volver loco.
- Un día de estos te muero de amor, ya lo verás.
- Sólo pienso en fotografiarte desnuda...
- Y yo sólo pienso en desnudarme contigo.

Y entre dunas y molinos, la humedad entre nuestras piernas aumentó un 95%.




Gracias a Ana Loig por la frase "Un día de estos te muero de amor"

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