sábado, 19 de junio de 2010

ocho

De cómo Susana volvió a hacer que mi corazón se parase


No sé en qué momento Susana empezó a sospechar algo. Recuerdo que aquellas noches ambos cenábamos en silencio, como si no quisiéramos decir nada porque, de haberlo hecho, todo nos hubiera explotado en las manos.

Cada noche después de recoger los platos, me sentaba delante del ordenador esperando un email de ella. En mis oídos aún retumbaban las palabras de una de nuestras últimas conversaciones: prohibido enamorarse.
Me conecté y ahí estaba, el correo que cada noche hacía que mi corazón y mi mente empezaran a dar tumbos dentro de mí.

Hola caballero. Hoy el sol ha brillado con más fuerza. ¿Tú también lo has notado? Pero sigue haciendo frío. La primavera se nos resiste. Pero ambos sabemos que nos necesita tanto como nosotros a ella. 
Estoy escribiéndote desde la cama. Esa que conoces tan bien. Estoy sola y no se escucha nada. Y a mí se me ocurren cientos de ruidos que podríamos hacer para acabar con este silencio que me pone enferma.
Hoy ha sido uno de esos días en los que te quería sólo para mí. Quería follarte hasta que reventaras. Chupártela como nunca antes te la habían chupado. Hoy quería enseñarte mis sábanas nuevas para que nos mezcláramos desnudos entre ellas. Hoy quería que me mirases con tus ojos de sábado, que hacen que me ponga a arder en cero coma. Me pones tan cachonda, Roberto... Me enciendes cada vez que haces que no consiga guardar las distancias contigo. Pero, ¿sabes qué? Las distancias cortas se te dan de puta madre.
Quiero que me folles, Roberto. Ven y fóllame.


Cogí el móvil y le escribí un mensaje. "Estás hecha para ser follada, Julia". Tuve que ir al baño a hacerme un paja para que se me bajara el calentón. Luego me fui a la cama. Susana se hacía la dormida... otra vez. Aquella noche me pareció escucharla llorar y me sentí el hombre más miserable del mundo.
A la mañana siguiente, con Julia aún en mis pensamientos, le mandé un mensaje a Susana desde la oficina. "Buenos días, cariño. Espero que tengas una buena mañana". Pocos minutos después me respondió. "Creo que te has equivocado de 'cariño'. Revisa a quién le mandas los mensajes antes de enviarlos".

Y así fue como Susana consiguió parar mi corazón una vez más. Igual que diez años atrás. Pero por motivos muy diferentes a aquella época.

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